18.10.10


Dave Matthews Band en el Luna Park: Bomba de tiempo

El septeto de Virginia dio un show explosivo de tres horas en el Palacio de los Deportes; crónica y fotos del recital

Por la tarde circulaban rumores de que algunos miembros de la Dave Matthews Band habían perdido el vuelo que los traía de Brasil y que el show iba a suspenderse. Pero acá, en el Luna Park, parece que la noticia nunca llegó: son las 21.30 en punto, como ordena nuestro ticket, y la banda está rockeando a lo loco con "Squirm", una del último disco que están presentando (Big Whiskey and the GrooGrux King). Abajo del escenario hay un publico de lo más variado, inclasificable: hippones, extranjeros, cuarentones, parejitas felices, mucha barba, mucho anteojo, chicas histéricas que no paran de gritarle a Dave cuánto lo aman. Bueno, el tipo tiene motivos: facha, carisma y buenaonda para sobrellevar cualquier situación (como aquella vez que se le cortó el sonido durante el Pepsi Music 2008). Dirige la batuta a su antojo con sólo miradas, cambia de guitarra a cada rato (rompe cuerdas seguido, una bestia) y deja lucirse a todos y cada uno de sus músicos a la hora de pelar.

Con 20 años de trayectoria, el combo suena como una maquinaria súper aceitada, con un equilibrio perfecto entre virtuosismo y buenas canciones (amigables, coreables, pogueables). Digámoslo así: para las academias de jazz son demasiados rockeros y para los rockeros ortodoxos de la birra en la esquina son demasiado jazzeros. Tienen cuelgues y zapadas cools de 15 minutos, pero todo en su justa medida, con ricos ingredientes de folk, funk, bluegrass y country (y sí, son de Virginia los pibes...). Podríamos hablar de "world music", pero sabemos que es la etiqueta más mentirosa que existe en la Tierra. Dejémoslo en rock-jazz-folk-funk-bluegrass-country-loquevenga.
"Bartender" (de Busted Stuff, 2002) arranca uno de los primeros pogos de la noche. Jeff Coffin (que reemplaza al fallecido LeRoi Moore) hace un solo de flauta y es ovacionado. Con Rashawn Ross forman un tándem de vientos: saxos, trompetas (con sordinas), clarinete y cualquier cosa que tenga boquilla (¡En algunos temas soplan de a dos saxos a la vez!). El violinista Boyd Tinsley se luce en "Crush", tras la intro de bajo de Stefan Lessard y los golpeteos de Carter Beauford (uno de los más vitoreados durante toda la noche el baterista). Completa Tim Reynolds -remera fashion del Che- en primera guitarra, a puro slide y tapping en "Proudest Monkey". Después de verlo a Tom Morello 24 horas antes, cuesta emocionarse con otro violero en vivo, la verdad. Pero hay que intentarlo.
Más allá del disco nuevo ("Why I am", "Seven", "Time Bomb"), el repertorio hace escalas en clásicos como "Satellite", "Everyday" y "Don´t Drink the Water". En los baches entre tema y tema, Matthews mete chistes, agradecimientos con la dosis justa de demagogia (la tolerable) y hace unos falsetes chillones para imitar a las fans del público. Para los bises vuelve él solo con su guitarra y cuela una balada de su cosecha solista 2003 ("Some Devil") para bajar un cambio. Con sus compañeros ya reincorporados, cierra con "Ants Marching" a todo trapo, con una jam de 10 minutos. "Fue una noche inolvidable, esperamos volver pronto", suelta ¡tres! horas después de show. Amén.

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