4.12.11

Sucedió en una milésima de segundo: en la pausa infinitesimal que hubo antes de que Dumbledore dijera , Harry levantó la cabeza y miró al director (pues estaban muy cerca), cuyos ojos azules se desviaron desde el trslador hacia la cara del muchacho.
Inmediatamente, la cicatriz de Harry comenzó a arder, como si se le hubiera abierto la vieja herida, y surgió dentro de él un odio espontáneo y no deseado, aunque horriblemente intenso, y tan potente que por un instante pensó que no había nada que deseara más en el mundo que golpear, morder y clavarle los colmillos al hombre que tenía delante...
-...tres.

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